Las habilidades en comunicación en la práctica médica: para derribar barreras y ganar la confianza del paciente
Texto del Dr. Jacinto Bátiz Cantera
Director del Instituto Para Cuidar Mejor. Hospital San Juan de Dios de Santurtzi (Bizkaia)
Para poder ejercer de manera adecuada la profesión médica no solo es preciso tener los conocimientos necesarios de la disciplina clínica que practique, que serán fundamentales, sino que además de esa competencia clínica, ha de poseer habilidades en la toma de decisiones desde la bioética, así como también poseer habilidades en la comunicación en la que está basada la relación médico-paciente. Todas ellas, la competencia clínica, la habilidad en toma de decisiones y la habilidad en comunicación, son herramientas imprescindibles para una buena práctica médica.
Cuando una persona ve amenazada su salud pide ayuda preventiva a su médico, cuando ha sido vulnerada ya su salud pide ayuda curativa, y cuando ha sido dañada sin posibilidades de restablecerla pide ayuda paliativa. Para ello necesita que el médico le escuche, sea empático, que le entienda como enfermo, pero sobre todo como persona. Si el enfermo percibe todo esto depositará su confianza en su médico.
¿Por qué es importante la comunicación con el paciente en nuestra práctica médica?
La comunicación es una herramienta terapéutica esencial en la relación del médico con el paciente. Una adecuada comunicación es la puerta de acceso imprescindible al paciente con el fin de facilitar el principio ético de la autonomía, del consentimiento informado, del respeto de la voluntad del paciente y la participación de éste en sus propios cuidados.
En la comunicación entre el paciente y el médico, éste es el emisor, el paciente es el receptor, la información sobre lo que le ocurre al paciente es el mensaje y el canal suele ser el verbal y con tanta fuerza o más el no verbal.
La palabra, lo que se dice adquiere una importancia capital pero el cómo se dice, la mirada, la proximidad, las expresiones, las cariciasson fundamentales para que sea más eficaz su contenido.
"Cuando la enfermedad no tiene cura, especialmente cuando la muerte está cercana, la comunicación se hace más compleja, ya que el médico siente la angustia de comunicar malas noticias, el enfermo está muy deteriorado, puede verse afectado por ellas, la información es desalentadora y los canales están afectados por el miedo o las presiones para no informar, especialmente por el conocido pacto del silencio".
Que el medico sepa manejar sus actitudes y habilidades es tan importante ya que, por sí mismas, pueden disminuir el impacto emocional de cualquier situación e incluso influir sobre las decisiones futuras del paciente. Por el contrario, la falta de habilidad puede generar un sufrimiento añadido.
El derecho del paciente a la información es reconocido, con normalidad y con carácter general, mientras el paciente pueda todavía beneficiarse de un tratamiento curativo. Una buena información le permite al enfermo colaborar más y mejor en los tratamientos y luchar con más fuerza contra la enfermedad. Sin embargo, cuando lo que debemos comunicar al paciente no tiene tratamiento ni expectativas curativas la actitud cambia radicalmente. Hemos vivido y todavía hoy actuamos en un ambiente de paternalismo por parte de profesionales y familiares en el que ambos preferíamos ocultar al enfermo su situación pensando que esto es lo mejor para él.
¿Qué debemos tener en cuenta sobre la comunicación con el enfermo?
Las necesidades de los seres humanos en relación con su salud van más allá del simple modelo de curación de la enfermedad. La comprensión del paciente en su modo de reaccionar ante la enfermedad y el sufrimiento exige del médico una actitud enfocada al servicio a la persona. Los profesionales sanitarios, sobre todo en Cuidados Paliativos, que no expresen ninguna emoción en su labor, sino sólo su destreza técnica, tal vez no puedan ofrecer lo que más necesita la persona.
A parte de tener empatía con quien nos pide ayuda, hemos de estar dispuestos a escuchar lo que le ocurre. Ello nos va a permitir aproximar nuestra impresión diagnóstica que completaremos con la exploración. Pero lo primero es escucharle, facilitarle que nos pueda expresar lo que le está ocurriendo. Si el enfermo percibe que le escuchamos y que mostramos interés por lo que nos cuenta, comenzará a tener confianza con nosotros. Esta escucha nos llevará a continuar con una conversación cercana, eligiendo un lugar adecuado, en el que el enfermo se encuentre cómodo y protegido de sus confidencias al médico.
Si sólo nos preocupa escuchar los síntomas que relata de su enfermedad, tal vez perdemos la oportunidad de conocerle como persona. Por eso es importante emplear el diálogo como nos indica Chichinov para conocer al enfermo como persona y preservar su dignidad como tal. Para ello nos aconseja, que antes de finalizar la conversación podamos hacerle la siguiente pregunta: ¿Qué debo saber de usted como persona, que me ayude a atenderle mejor?
Hemos de comunicarnos con el enfermo como nos gustaría que se comunicaran con nosotros si estuviéramos en su misma situación. Empleando palabras sencillas comprensibles. Dando tiempo suficiente para que el enfermo pueda asimilar lo que le estamos comunicando, lo que le informamos. No olvidemos en comprobar que ha comprendido lo que le hemos dicho. Y, por último, buscar el lugar más adecuado para hablar con el enfermo.
A modo de conclusión
Una adecuada comunicación con el paciente le ayudará a ganar su confianza. Tener habilidades en comunicación con el paciente es una herramienta fundamental para la práctica clínica. Las dos cualidades de una buena comunicación con el enfermo son la veracidad y la delicadeza. Mantener el equilibrio de estas dos cualidades garantizará la eficacia de la comunicación.
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